La historia de Adrián Beltré se teje desde el pintoresco sector de El Café de Herrera hasta alcanzar las alturas de la inmortalidad en Cooperstown.
Nacido y criado en un entorno familiar en El Café, Beltré se distinguió a lo largo de su carrera por su integridad, manteniéndose alejado de escándalos y sustancias prohibidas, mientras veía cómo otras estrellas caían por estos motivos.
Desde jugar béisbol frente a su hogar en la calle 12 de El Café hasta recibir la aprobación para ingresar a Cooperstown el próximo 21 de julio, Beltré ha recorrido un camino extraordinario.
Beltré, quien jugó en la Liga Deportiva Valdez y más tarde bajo la tutela del entrenador Franklin Rodríguez, demostró su destreza tanto en el bate como en el guante desde temprana edad.
Su tía, Justina Pérez Ortiz, recuerda cómo era un niño inquieto, constantemente jugando con pelotas improvisadas hechas de maíz o medias. Su infancia transcurrió entre juegos, travesuras y comidas en El Café.
A los 12 años, Beltré se unió a la Liga Franklin Rodríguez, donde el entrenador terminó de moldear su talento. Aunque jugaba frecuentemente en la intermedia, prefería la antesala, donde sentía que los bateadores no golpeaban tan fuerte.
El mentor Rodríguez, cuya lista de alumnos incluye a D’Angelo Jiménez, Melky Cabrera y otros, reconoció el potencial de Beltré y lo recomendó al legendario cazatalentos Pablo Peguero.
Mateo Alou y Luis Rosa de los Gigantes notaron a Beltré en acción, y después de dos jonrones impresionantes en una prueba, Peguero lo firmó por $22,500.
A lo largo de su exitosa carrera en las Grandes Ligas, Beltré ha recompensado a su familia, construyendo un edificio de cuatro niveles en El Café, donde residen sus familiares. Este gesto refleja su vínculo fuerte con su comunidad y su gratitud hacia aquellos que lo apoyaron en sus inicios.
La exaltación de Adrián Beltré como nuevo miembro de Cooperstown es motivo de celebración en El Café, donde su legado sigue siendo motivo de orgullo.
