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Algunos bebés se protegen en búnkeres en Ucrania, pero otros no tienen opción

Suenan las alarmas antiaéreas en Odesa y en el hospital infantil más grande de la ciudad ucraniana las sanitarias se preparan para bajar a los niños y neonatos a los búnkeres subterráneos. Pero algunos bebés no tienen la opción de protegerse de los posibles ataques.

El plan de evacuación bajo tierra comienza con la sirena, que suena como si fuera una alarma de incendios. La doctora Vlada, del departamento de Traumatología, es la encargada a lo largo del día de organizar las familias con sus bebés para bajar a los búnkeres mientras se mantenga la alerta, que se activa ante una posible amenaza hacia Odesa, uno de los objetivos de las tropas rusas.

Pero en una de las plantas se encuentra la sala de cuidados intensivos y reanimación de los neonatos. Algunos bebés, que no llegan a pesar ni un kilo, están intubados o esperando una operación, y no tienen la posibilidad de ser bajados a los búnkeres, por los que a las sanitarias solo les queda una opción: apagar la luz para evitar ser vistos y proteger todo lo posible la planta, incluso con colchones.

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