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Con la caída de Mariupol, más de 260 soldados ucranianos se convirtieron en prisioneros de guerra

Tal vez no había otra opción

Se acabó. Fue todo para la resistencia en Mariupol y, por ende, para las tropas que todavía permanecían en la planta siderúrgica de Azovstal. Los uniformados soltaron sus armas, poniéndole fin a la sangrienta batalla pero convirtiéndose en prisioneros de guerra de Putin. Al respecto, más de 260 soldados, varios de ellos gravemente heridos, fueron llevados al territorio controlado por Rusia, mientras el gobierno ucraniano está negociando un intercambio de detenidos.

Resistir cuesta

Las horas, los días, las semanas pasaron y las personas que defendían la planta de Azovstal no veían la hora en que acabara la pesadilla. Incluso en su aislamiento lograron publicar videos rogando por que les llevaran más armas, alimentos y suministros para poder sobrevivir al asedio, que al final se volvió insoportable, lo que terminó por sepultar sus esperanzas. Aún así, aguantaron los constantes ataques rusos hasta los últimos segundos mientras permanecían en búnkeres. Paralelamente, familiares suyos pidieron a la comunidad internacional y a Zelensky que intervinieran; cosa que no sucedió. Lo que sí pasó fue que algunos sí pudieron salir antes a través de corredores humanitarios.


Una rendición simbólica

Cierto es que, para fines prácticos, Mariupol ya llevaba rato bajo el control de Rusia, que no tardó mucho en hacerse de la ciudad, pese a que en la planta siderúrgica seguían resistiendo algunas tropas y aguantando algunos inocentes. Al final, esta rendición es más simbólica que nada y llega luego de una gran devastación: este bastión terminó siendo el que más pérdidas ha tenido con más de 10,000 civiles muertos y alrededor del 90% de las viviendas destruidas o dañadas. Ahora, Moscú ya tiene un corredor asegurado entre Crimea y este puerto.

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