Los recorridos en automóvil realizados por ministros desde Cabo Haitiano hasta Puerto Príncipe y la actividad comercial normal en el mercado binacional de Dajabón ofrecen evidencia contraria a la percepción de un “caos generalizado” imperante en Haití. Según el autor, estos eventos demuestran que la nación haitiana no se encuentra en un estado de desorden y crisis generalizada como se podría pensar.
El autor destaca que el mercado binacional de Dajabón funciona de manera regular, donde los haitianos llegan para realizar transacciones comerciales sin mayores dificultades, lo cual refleja cierta estabilidad económica y social en la región fronteriza. Esta actividad comercial se desenvuelve sin problemas graves que indiquen una situación de caos incontrolable en Haití. En contraste con la supuesta inestabilidad, se menciona que la ministra de Justicia y el canciller de Haití realizaron un viaje en avión desde Cabo Haitiano, utilizando una aerolínea nacional haitiana, lo que sugiere que aún existen medios de transporte funcionales dentro del país.
Este hecho se contrapone a la idea de un país sumido en el desorden y la incapacidad para mantener servicios esenciales. Se critica también la percepción externa sobre la estabilidad en Haití, comparándola con la situación vivida por Colombia durante décadas de inestabilidad, donde la comunidad internacional nunca catalogó a los colombianos como refugiados, a pesar de las difíciles condiciones en las que vivían muchos de ellos.
Se cuestiona si existen dobles estándares por parte de organismos internacionales como la ONU al abordar la problemática haitiana y la gestión de refugiados en la región. En resumen, el autor sostiene que las acciones cotidianas y los eventos mencionados contradicen la narrativa de una Haití sumida en un caos generalizado, planteando dudas sobre la percepción externa y las acciones de la comunidad internacional respecto a la crisis haitiana y la gestión de la migración en la región.
