Durante el reciente debate presidencial, Donald Trump y Kamala Harris presentaron visiones profundamente contrastantes para el futuro de Estados Unidos. Trump se centró en temas como la seguridad fronteriza, criticando a Harris por las políticas migratorias actuales y alertando sobre el riesgo de que el país se convierta en una “Venezuela con esteroides” bajo su administración. Trump también mencionó la necesidad de fortalecer la economía y la producción nacional, prometiendo reducir regulaciones y mantener una postura firme contra China.
Por su parte, Kamala Harris defendió su historial y el de la administración de Joe Biden en la gestión de la pandemia, la creación de empleos, y los derechos civiles. Harris abogó por una mayor inversión en salud pública, la educación y la lucha contra el cambio climático, mientras respondía a las acusaciones de Trump sobre la inmigración y las políticas de armas, destacando que tanto ella como su compañero de fórmula, Tim Walz, son propietarios de armas y apoyan la Segunda Enmienda.
El debate fue intenso, con acusaciones mutuas y momentos de confrontación directa sobre temas clave como el aborto, la inflación, y la política exterior, reflejando la fuerte polarización política en el país.
