La visita a Portugal del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, que coincide con el 49 aniversario de la Revolución de los Claveles, divide a los partidos lusos y empaña, con amenazas de manifestaciones y protestas, el clima festivo de las celebraciones del 25 de Abril.
Lula llegó hoy a Lisboa para iniciar una visita oficial que culminará el próximo martes y que incluirá, además de encuentros con autoridades, una cumbre bilateral entre ambos países y una intervención en el Parlamento luso.
En la agenda, temas migratorios -la brasileña es la mayor comunidad extranjera en Portugal, con más de 200.000 personas-, acuerdos comerciales y el tratado entre la UE y Mercosur.
La presencia de Lula en la casa de la democracia lusa prevista para el 25 de abril ha sido precisamente el motivo de la discordia entre los partidos, con una dimensión inédita en Portugal respecto a otras visitas de jefes de Estado.
«Nunca asistimos a polarizaciones semejantes cuando (el expresidente de Angola) José Eduardo Dos Santos vino a Portugal u otras visitas de jefes de Estado de regímenes políticos con los que la democracia portuguesa no se identifica», explicó a EFE el politólogo António Costa Pinto.
INVITACIÓN DEL GOBIERNO
La polémica saltó hace meses, cuando el Gobierno socialista extendió una invitación al presidente brasileño para participar en la sesión solemne que el Parlamento realiza cada año en el aniversario del 25 de Abril.
Aunque la izquierda se mostró a favor, la derecha dejó duras críticas tanto por la presencia de Lula como por el hecho de que la invitación partiese del Ejecutivo, cuando la organización de la sesión solemne es responsabilidad del Parlamento.
Al final, Lula pronunciará un discurso en una sesión organizada el mismo 25 de abril pero fuera de las conmemoraciones oficiales, lo que no ha logrado calmar del todo las aguas.
El ultraderechista Chega, el más feroz en sus críticas, ha anunciado manifestaciones en contra de Lula ese mismo día.
