La detención de seis colombianos como presuntos responsables del asesinato del candidato presidencial ecuatoriano Fernando Villavicencio subraya la extensión de los tentáculos del crimen trasnacional, reclutando sicarios y mercenarios capaces de operar en diferentes países.
Este trágico evento trae a la memoria asesinatos similares, como el del presidente haitiano Jovenel Moise en 2021, perpetrado por un grupo de mercenarios, y el del fiscal antimafia paraguayo Marcelo Pecci en 2022, llevado a cabo por sicarios en Colombia. La presencia de colombianos en estos crímenes, además de individuos de otras nacionalidades, refleja la influencia de la larga historia de conflicto armado y lucha contra las drogas en Colombia.
El narcotráfico estableció en los años 80 una cultura mafiosa en Colombia, y los sicarios se convirtieron en el brazo armado para eliminar a jueces, políticos, periodistas y rivales. Esta modalidad criminal persistió debido al crecimiento del problema y dejó una “mano de obra” que se ha sumado a nuevas mafias, incluyendo carteles mexicanos como el de Sinaloa.
El acuerdo de paz con las FARC y la desaparición de los grandes carteles dejaron a personas “desocupadas”, y la persistencia del narcotráfico llevó a que algunos continuaran trabajando para nuevas mafias. La implicación de colombianos en homicidios como el de Villavicencio muestra cómo el narcotráfico se ha convertido en un fenómeno trasnacional, utilizando a quienes tienen experiencia en la industria del crimen.
En Ecuador, la violencia descontrolada se atribuye a la guerra entre bandas como Los Choneros y Los Lobos, en alianza con narcotraficantes colombianos, mexicanos y albaneses. Esta situación pone en peligro a los ecuatorianos y sus instituciones, aumentando la necesidad de políticas de seguridad respetuosas de los derechos humanos.
En un contexto donde el crimen organizado se vuelve cada vez más transnacional, Ecuador se convierte en un foco creciente de actividades criminales. La violencia y el narcotráfico se han entrelazado, representando un desafío para la seguridad y la estabilidad en la región.
