¡El verano ha comenzado oficialmente! Con el solsticio de junio, los habitantes del hemisferio norte reciben la temporada estival con altas temperaturas, calor intenso y humedad en el ambiente.
El aumento significativo de la temperatura durante el verano provoca un incremento en el flujo sanguíneo hacia la piel para ayudar al cuerpo a mantenerse fresco, lo que puede sobrecargar el sistema cardiovascular. La sudoración excesiva, que puede alcanzar hasta dos litros por hora, conlleva una pérdida importante de líquidos y electrolitos.
Según Ciro Ugarte, director del Departamento de Emergencias en Salud de la OPS, las olas de calor representan un riesgo especialmente para personas vulnerables, como aquellos con enfermedades crónicas, personas que practican actividades al aire libre como deportistas y trabajadores, así como niños, ancianos y aquellos expuestos al calor en vehículos o al aire libre.
